Martillo Gómez pegaba duro. Múltiples testimonios dan cuenta de su implacable mano pesada. No por nada era conocido en diversos lugares con apodos tan pintorescos como “el nudillo cruel” o “el rompecomedores”. Ciertas historias lo vinculan particularmente a un famoso pueblo cuyos habitantes estaban absolutamente desprovistos de piezas dentarias. Bautizados como “Encías limpias” por algún malintencionado elocuente, ni siquiera se habían salvado ni las mujeres ni los niños. Algunos sostienen que una extraña malformación genética habría despojado de dientes a estos tristes lugareños. Pero una legendaria versión indica que una descomunal trifulca se habría originado un desafortunado día en el cual Martillo Gómez pasaba de viaje por allí. Sería necio concebir la remota posibilidad de que éste argumento sea veráz. Lo que sí es cierto es que, todos los que tuvieron alguna vez un encontronazo con el bravo Martillo Gómez, debieron comer papilla por el resto de sus días.