miércoles, julio 16, 2008

Rolo Fuente


Rolo Fuente sufría de Síndrome del intestino irritable. Quienes lo conocían coincidían en que se lo tenía bien merecido, ya que el tipo era una mierda. Trabajaba como seguridad de un oscuro bolichón que era una pocilga atestada de ebrios hediondos y putas gordas, fuleras y bien sucias. No pasaba un día sin que se armara alguna riña y Rolo lo disfrutaba, porque allí tenía la libertad para sacudir a los borrachos y viejos verdes. Un mal día pasó por una cerveza un tipo de pocas pulgas y manos como piedras, “Nudillo Cruel”, le llamaban. Cuando una gorda se hizo la histérica, hubo un momento de confusión y Rolo, que ignoraba la reputación de Martillo Gómez, se acercó peligrosamente a hacer su trabajo con altanería. Cuando Martillo Gómez se puso de pie, Rolo quedó pequeñito y en su bajovientre estallaron unos retorcijones que vaticinaban que algo desagradable iba a suceder. Cruzaron contadas palabras hasta que el fugaz puño de Gómez impactó contra el mentón de Rolo. Lo dramático del caso, fue que el golpe aflojara instantáneamente el esfínter del hombre de seguridad, con la terrible consecuencia que esto ocasionaba. En cuestión de minutos, Rolo había perdido dos incisivos, un canino y cuatro muelas. Pero lo que mas le dolió fue perder el orgullo, puesto que la profúsa diarrea se había desparramado por fuera de sus pantalones, inundando el antro con un penetrante olor nauseabundo. Todos los borrachos se unieron para carcajear a coro. Rolo se mudó a otra ciudad, consiguió un empleo como barrendero y no sonrió nunca pero nunca mas.